Hay quienes tienen que vivir una guerra, una enfermedad terminal o una tragedia familiar; a nuestra generación nos ha tocado enfrentarnos a la mayor crisis financiera y social documentada. Pasado el shock inicial debemos asumirlo, son lentejas: es lo que hay.
El comercio de proximidad es especialmente vulnerable a la nueva situación. Viene per se debilitado de un contexto en el que apenas se había recuperado de la crisis del 2008 y se veía fuertemente castigado por los grandes category killers en venta física y los gigantes del comercio electrónico en internet.
Aunque no podemos elegir lo que nos ha pasado, tenemos la capacidad de decidir cómo lo vamos a afrontar. Para ello debemos valorar qué escenario encontraremos cuando se reanude la actividad comercial. Aplicando lógica y sentido común, podemos concluir cuatro puntos que marcarán el nuevo campo de juego.
- Desplome del consumo
Sí, probablemente cuando se relaje el confinamiento viviremos una pequeña explosión de ventas. Pequeña. Y efímera. No compensará, ni mucho menos, lo perdido en estos dos meses; simplemente será una reacción de los consumidores que han pasado semanas sin poder acudir a las tiendas. Nada más.El panorama a medio y largo plazo no es halagüeño. Quien más quien menos va a ver reducido su poder adquisitivo, argumento objetivo e inapelable que explica la caída del consumo. Pero también hay una variable subjetiva: nos hemos dado cuenta que se puede vivir comprando menos; las prioridades del ciudadano han cambiado con el confinamiento. Determinados gastos que antes considerábamos necesarios ahora nos parecen superfluos e incluso frívolos.
Contemos con esa travesía en el desierto: habrá menos dinero, y se quedará en mayor proporción en el bolsillo del consumidor. - La digitalización del comercio era un requisito de competitividad; ahora lo será de supervivencia.
Durante las semanas de confinamiento hemos experimentado una explosión de la venta online que ha acelerado, más si cabe, la educación digital del consumidor. Muchos ciudadanos que no sentían la mínima curiosidad ni atracción por la compra en la red se han visto obligados a utilizarla, y gran parte de ellos han descubierto sus ventajas. Son nuevos clientes para “la causa digital”, que seguirán comprando online aunque la situación se normalice.La venta digital se convertirá en un must-have de cualquier comercio, grande o pequeño, en una época en la que primará restringir el contacto presencial. Plataformas Marketplace como Zerca! se convertirán en grandes foros de transacciones entre pequeño y mediano comercio y consumidores, ofreciendo mayor visibilidad y tráfico a las tiendas que sus proprios ecommerces. - Redefinición del espacio de la tienda física.
El control de aforo para asegurar la distancia de seguridad reducirá la capacidad de las tiendas hasta en un 50%. Además, habrá que rediseñar el espacio interior con pasillos más amplios, áreas para las cajas que permitan un flujo de clientes ordenado y seguro y contar con un espacio para el delivery y/o el click and collect así como medios de cobro y pago que limiten el contacto humano. - Menos visitas a tienda… pero más efectivas.
Las tiendas seguirán siendo potenciales focos de contagio, y la afluencia a las mismas disminuirá de manera notable. Adiós a los clientes que “vienen a ver”. Por eso la tasa de venta efectiva crecerá: quien entre es porque tiene la decisión de compra prácticamente tomada.
No lo he pasado bien escribiendo este post cuasi apocalíptico, pero como dijo Joan Didion, “los miedos hay que tenerlos a la vista. Es la única manera de controlarlos”. Estos son los miedos del retail post-covid, los tenemos a la vista. Trabajemos juntos para controlarlos.