Ya sabemos que nuestra vida ha cobrado una doble dimensión: física y digital que forma parte de una única existencia. El retail impacta en la vida cotidiana de todo ser humano y va todavía varios pasos por detrás del consumidor.
Escuchamos a todas horas que los comercios tradicionales van a desaparecer, que la tienda del futuro será digital o no será…pero no debemos olvidar que el retail no es una mera transacción económica, que es una parte muy importante de la identidad cultural de cada sociedad.
El cambio ha sido disruptivo y el conocimiento y la experiencia que antes eran garantía segura en la búsqueda de soluciones porque todo era una mera repetición de procesos, han saltado por los aires. En este camino el tamaño no importa, todos partimos de cero, el gran retailer y el pequeño comercio de proximidad. Avanzamos con lo que aprendemos, el conocimiento adquirido está ya obsoleto. En estos momentos, más que nunca, no hay nada más arriesgado que no innovar.
Ante el discurso de la innovación muchos comerciantes sufren ya cierto hastío ante los gurús que anuncian como serán las tiendas del futuro y venden sus soluciones tecnológicas estándar. Ni todo es la economía, ni todo es la tecnología. No existen remedios rápidos ni baratos para transformar ninguna compañía por muy grande o pequeña que esta sea y no existe ninguno que se pueda permitir el lujo de obviar en sus procesos la esencia del ser humano, el cliente.
Si observamos la realidad vemos que las tiendas físicas se digitalizan y los pure players digitales, como Amazon, abren tiendas físicas. La omnicanalidad se impone porque el mundo físico y digital son dos dimensiones de una misma realidad, de una misma vida.
El cerebro es un disco duro que almacena y memoriza sensaciones. Nuestra toma de decisiones está basada en hábitos, experiencias y sensaciones. La compra racional no existe. El cliente no se relaciona solo con el comercio para abastecerse, también siente, aprende, experimenta y sueña.
Si queremos provocar cambios en las decisiones de compra, debemos cambiar contextos. Debemos construir con las herramientas que tenemos a nuestro alcance una experiencia de compra que refleje emocionalmente los atributos que la marca desea aportar a los momentos en los que nuestro cliente interactúa con ella.
Todos los elementos tangibles e intangibles de esa interacción deben conducir a que el cliente tenga un desequilibrio positivo entre lo que espera y lo que recibe y a que establezca un vínculo emocional con nosotros que provoque transacciones.
Un comercio genera experiencias físicas porque el ser humano es materia y el entorno físico es irreemplazable. Genera experiencias digitales porque la vida ha cobrado una doble dimensión: física y digital. La tecnología es una ventana a la omnipresencia integradora de los físico y lo digital. Genera experiencias sociales porque el ser humano es un ser social por naturaleza. La tienda del presente es phygital.
La tienda phygital es un espacio que utiliza la tecnología para unir en una única experiencia el mundo físico, el digital y el social. No es un modelo puramente transaccional, estamos hablando de crear modelos relacionales que produzcan transacciones. De espacios de puro lifestyle envueltos en una experiencia de marca propietaria que acaben impulsando las ventas. La tienda phygital es un catalizador de ventas que se pueden dar en cualquier canal.
El camino pasa por la innovación tecnológica que ayude a crear experiencias físicas, digitales y sociales identitarias. No se trata de tener más ideas, se trata de tenerlas mejores. Hay una tienda phygital para cada marca.