La innovación es intrínseca al comercio

La innovación es intrínseca al comercio

Me sorprende muchas veces cuando se dice que el comercio vive ajeno a la innovación, que está anclado en el pasado y que no le interesa la tecnología.

Mi abuela tenía una tienda de ultramarinos en un pueblo del Pirineo. La abrió en una época dura como fue la posguerra y la traspasó cuando alcanzó la edad de jubilación. Muchos años en un tipo de tienda en la que cabía casi todo y no había especialización alguna.

Podéis pensar que era ajena a la innovación y para nada, era una cazadora de tendencias nata, aunque ella no tenía ni idea de que era ser cool hunter. Todos los años hacía dos viajes a Barcelona y aprovechaba para ver las tiendas buenas (de las malas decía, no tenía nada que aprender) y sobre todo, para ver qué cosas nuevas veía.

Y además tenía muy claro que no cualquier innovación servía, sino que tenía que seleccionar aquellas novedades que se adaptaban a las necesidades de sus clientes.

Porque ella conocía muy bien a sus clientes, los tenía perfectamente segmentados y ofrecía una propuesta de valor adaptada a cada uno de los segmentos.

Consiguió levantar un negocio de la nada, tuvo buenos clientes, siempre seleccionó muy bien a los proveedores (el que compra bien, vende bien decía), se adaptó a las modas e incluso fue pionera en algunos temas…

Pensándolo ahora con la distancia y la experiencia de más de 20 años como consultora, hay unas claves clásicas que no debemos olvidar cuando queremos innovar:

  • Entender el mercado en el que nos movemos, para adaptarnos a él.
  • Antes de inventar, no olvidarnos de observar y de colaborar.
  • No hay que copiar. Tenemos que observar, reflexionar y adaptar.
  • Definir lo que podemos hacer. Focalizar y concretar. Nuestras fuerzas son limitadas.
  • Hay que lanzarse y probar. Lo que ahora llamamos prototipar , hacer un test de mercado, MVP o mínimo producto viable o lo que mi abuela llamaba hacer una prueba pequeña, en la que pierdas poco y aprendas mucho.
  • Hay que evaluar e ir modificando nuestra oferta. Nada es para siempre.
  • Tenemos que convencer a la gente que nos rodea. Lo natural de las personas es el miedo al cambio y tenemos que romper esas barreras.
  • El centro de la innovación deben ser nuestros clientes. Siempre tenemos que pensar en ellos.
  • La innovación tiene que adaptarse a los cambios del mercado.
  • Debemos intentar ir por delante de las tendencias para poder modificar nuestro rumbo si es necesario.
  • La tecnología es una herramienta a nuestro servicio. Si no nos ayuda, hay que buscar otra cosa, nunca adaptarnos a ella.

La innovación depende de las personas y no de los sectores, así que no nos toca otra que tratar de ser innovadores y a eso se aprende.

¿Por dónde empezamos? Diseñando nuestra hoja de ruta, dónde estamos y dónde querríamos ir, para así ir definiendo los pasos a realizar y las paradas técnicas. Hay que tener clara la meta y pensar que la tecnología sólo es una herramienta, la innovación es el verdadero cambio para el comercio.

Y tú ¿ya tienes tu hoja de ruta?


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